De acuerdo con el artículo, Sandra es la especialista en Psicomotricidad y está montando una sesión donde quiere prestar atención especialmente a Eric, ya que acaba de tener un hermano y quiere saber como se siente con ello, observando el comportamiento del niño en el aula de psicomotricidad.
En una sesión de psicomotricidad se puede saber mucho sobre los sentimientos de un niño, pues si no participa en los juegos o está irascible, pronto nos podemos dar cuenta de que le pasa algo. En las sesiones se pueden ver las reacciones, las emociones y el juego que desenvuelve el niño. No solamente sus avances físicos.
En mi opinión, la profesora debería realizar una observación más detallada de Eric en esa sesión, puesto que le preocupa el gran cambio que ha experimentado el niño. Lo ideal sería hacer una tabla con los aspectos en los que se va a fijar, tanto de comportamiento individual como colectivo. Tales como: si juega solo o con los demás, si comparte los objetos o no, si ha variado su comportamiento habitual respecto a otras sesiones anteriores, si intenta llamar la atención...
Es habitual que los niños que acaban de tener un hermano sientan celos, intenten llamar la atención o se separen del grupo y prefieran la soledad, que era su estado natural antes de la llegada de su hermano. Desde mi punto de vista, en el rato dedicado al juego simbólico es en donde más se debería fijar Sandra, ya que los niños tienden a representar sus problemas. Y podría aportar muñecos que simulen bebés, carritos, biberones... para ver como reaccionan los niños, y Eric en especial.
Piaget llega a la conclusión de que el juego simbólico
es una forma de “pensar” del niño y de la niña. Es como si compensara la
dificultad que le supone pensar sobre sus propias experiencias con la
facilidad que muestra para representarlas.
Por mi parte, yo creo que en casa los padres tendrían que enseñar al niño que va a ser el hermano mayor, y darle tareas en casa para que se sienta parte de la familia, y no desplazado. Como pedirle opinión en la ropa del bebé o pedirle ayuda en tareas sencillas (como leer un cuento al bebé, cantarle o baile)
En conclusión, la maestra debe observar al niño sin dejar de prestar atención a los demás, aportando un material extra al rincón de juego simbólico y elaborando una tabla donde valoré los comportamientos y emociones un poco individualmente de Eric especialmente ese día.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
viernes, 2 de noviembre de 2012
El caso de Marta (corregido)
Tal y como nos muestra el artículo, Marta es
una niña del primer ciclo de la escuela infantil que aun no sabe
hablar pero acude muy contenta a clase y tiene buena relación son su profesora Laura. Su madre está preocupada porque
la niña no deja de abrir y desordenar todos los cajones de casa. Y por
mucho que la riña o castigue la niña no hace caso. La profesora dice que
es un caso normal.
En mi opinión, la niña debe tener menos de tres años, y puede que menos de dos, y su afición al desorden no es más que una forma de explorar su medio. A esa edad, es normal que no hable todavía. Por lo tanto, eso no es un hecho preocupante. Pero tampoco lo es que abra los cajones y saque todo lo que hay dentro, pues es debido a la necesidad de los niños en esa edad de exploran su medio.
Desde mi punto de vista, la niña acude contenta a clase porque es seguro que a esas edades en la escuela infantil se dediquen a ofrecerles nuevos objetos, de formas y colores nuevos para ella que la distraen y se divierte al explorarlos. Por eso a la niña le gusta tanto ir, porque aprende y explora su medio sin que la riñan o castiguen por ello.
Sería bueno que la madre le dejará libertad para explorar, vigilando para que la niña no se haga daño y teniendo la suficiente paciencia para guardar todo de nuevo cuando la niña acabe con su exploración.
La mejor idea sería que la madre no interviniera en las exploraciones a la niña, y cada vez que esta encontrara un objeto que le agradase o le resultase curioso, su madre podría decirle el nombre de ese objeto. De ese modo, la niña podría aprender una nueva palabra cada día. Y luego la niña la intentaría imitar hasta adquirirla.
También podría enseñarle a la niña que las cosas que se sacan se tienen que volver a ordenar, y puede que la niña lo hiciera alguna vez.
Pero para ello, Laura tendría que explicar a la madre de Marta que a esas edades, las exploraciones de los niños son de lo más normales. Solo hay que tener un poco de paciencia y verlo como lo que es, un aprendizaje más.
En conclusión, la respuesta de la maestra de Marta es normal pero escasa. Debería explicar a la madre el porqué de esa conducta, y animar a la madre a que participara en la exploración de su hija, ofreciéndole ese conocimiento que la niña no puede aprender sola, como sería el nombre de los objetos.
En mi opinión, la niña debe tener menos de tres años, y puede que menos de dos, y su afición al desorden no es más que una forma de explorar su medio. A esa edad, es normal que no hable todavía. Por lo tanto, eso no es un hecho preocupante. Pero tampoco lo es que abra los cajones y saque todo lo que hay dentro, pues es debido a la necesidad de los niños en esa edad de exploran su medio.
Desde mi punto de vista, la niña acude contenta a clase porque es seguro que a esas edades en la escuela infantil se dediquen a ofrecerles nuevos objetos, de formas y colores nuevos para ella que la distraen y se divierte al explorarlos. Por eso a la niña le gusta tanto ir, porque aprende y explora su medio sin que la riñan o castiguen por ello.
Sería bueno que la madre le dejará libertad para explorar, vigilando para que la niña no se haga daño y teniendo la suficiente paciencia para guardar todo de nuevo cuando la niña acabe con su exploración.
La mejor idea sería que la madre no interviniera en las exploraciones a la niña, y cada vez que esta encontrara un objeto que le agradase o le resultase curioso, su madre podría decirle el nombre de ese objeto. De ese modo, la niña podría aprender una nueva palabra cada día. Y luego la niña la intentaría imitar hasta adquirirla.
También podría enseñarle a la niña que las cosas que se sacan se tienen que volver a ordenar, y puede que la niña lo hiciera alguna vez.
Pero para ello, Laura tendría que explicar a la madre de Marta que a esas edades, las exploraciones de los niños son de lo más normales. Solo hay que tener un poco de paciencia y verlo como lo que es, un aprendizaje más.
En conclusión, la respuesta de la maestra de Marta es normal pero escasa. Debería explicar a la madre el porqué de esa conducta, y animar a la madre a que participara en la exploración de su hija, ofreciéndole ese conocimiento que la niña no puede aprender sola, como sería el nombre de los objetos.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)


