jueves, 21 de febrero de 2013

El caso de Juan 2

Juan tiene 18 meses y entró este año a la escuela infantil. Pero como el niño aun no camina, su maestra Ana está preocupada. Los demás niños de la clase ya dan sus pasos y son más autónomos que Juan.

Aprender a andar es un gran logro que supone para los niños un gran esfuerzo físico y psicológico. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma suele ocurrir a los 12 meses, aunque aun requieren ayuda. Y se considera normal hasta los 15 o 18 meses.
La edad a la que los bebés dan sus primeros meses varía de un niño a otro por diversas causas. Unos intentan ponerse de pie a los siete o nueve meses, otros puede que no lo hagan por falta de confianza, o de motivación, y otros, tardan mucho porqué gatear les resulta más cómodo y se lo toman con mucha calma.

Ana siempre puede prevenir a los padres y pueden consultar con el pediatra por si se trata de un problema motor, si se quedan más tranquilos. Pero primero tendría que preguntar a los padres de Juan si le ofrecen el apoyo que necesita para aprender a andar. Pues, si no ayudan a Juan a desarrollarse para adquirir su nueva habilidad, no podrá adquirirla por él solo. 





Los padres pueden estimular al niño, por ejemplo, poniendo objetos que le gustan fuera de su alcance para que intente levantarse, ofrecerle la mano o ambas manos, enseñarle a empujar un carrito, etc. 

En el caso de que el niño no tenga ningún problema motor, entre Ana y un especialista podrían preparar una serie de actividades para motivar al niño y ayudarle en la tarea de empezar a andar..




Es imposible saber la causa exacta por la que un bebé tarda más o menos en dar sus primeros pasos, cada uno tiene su ritmo de desarrollo. En ocasiones, una caída o un golpe fuerte en los primeros intentos pueden crearle inseguridad y miedo, motivando su retraso. De modo que, en mi opinión, no tienen que preocuparse por si es un retraso motor, más bien deben ocuparse de que Juan esté estimulado para empezar a andar.

miércoles, 13 de febrero de 2013

El caso de Juan

Juan tiene 18 meses y entró este año a la escuela infantil. Pero como el niño aun no camina, su maestra Ana está preocupada. Los demás niños de la clase ya dan sus pasos y son más autónomos que Juan.

Aprender a andar es un gran logro que supone para los niños un gran esfuerzo físico y psicológico. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma suele ocurrir a los 12 meses, aunque aun requieren ayuda. Y se considera normal hasta los 15 o 18 meses.
La edad a la que los bebés dan sus primeros meses varía de un niño a otro por diversas causas. Unos intentan ponerse de pie a los siete o nueve meses, otros puede que no lo hagan por falta de confianza, o de motivación, y otros, tardan mucho porqué gatear les resulta más cómodo y se lo toman con mucha calma.

Ana siempre puede prevenir a los padres y pueden consultar con el pediatra por si se trata de un problema motor, si se quedan más tranquilos. Pero primero tendría que preguntar a los padres de Juan si le ofrecen el apoyo que necesita para aprender a andar. Pues, si no ayudan a Juan a desarrollarse para adquirir su nueva habilidad, no podrá adquirirla por él solo. 




Los padres pueden estimular al niño, por ejemplo, poniendo objetos que le gustan fuera de su alcance para que intente levantarse, ofrecerle la mano o ambas manos, enseñarle a empujar un carrito, etc.

Es imposible saber la causa exacta por la que un bebé tarda más o menos en dar sus primeros pasos, cada uno tiene su ritmo de desarrollo. En ocasiones, una caída o un golpe fuerte en los primeros intentos pueden crearle inseguridad y miedo, motivando su retraso. De modo que, en mi opinión, no tienen que preocuparse por si es un retraso motor, más bien deben ocuparse de que Juan esté estimulado para empezar a andar.

miércoles, 30 de enero de 2013

Elena 2

Este caso nos plantea el problema que tiene Elena, una niña de 15 meses que se ha incorporado hace poco a escuela infantil, y tiene algunas dificultades para hablar. También parece tener cierto desdén por las normas y dificulta la continuidad de la clase.

En primer lugar, Miguel dice sin más preámbulos a los padres de Elena que quizás su hija tenga un problema auditivo. Entendemos por déficit auditivo la perdida total o parcial de la capacidad de escuchar en uno o los dos oídos. Está bien que Miguel se lo plantee, pero debería tranquilizar a los padres y instarles para que hagan las pruebas pertinentes a la niña, y mientras tanto, que intenten ayudar a la niña gesticulando más, mirándola de frente cuando hablen con ella, incluso vocalizando más y repitiendo las cosas las veces que sena necesarias..

Puede que no sea nada, y a la niña, por las causas que sea, le está costando más comenzar a hablar. O bien su abuela no le da los estímulos que la niña necesita para comenzar a hablar. Y respecto al comportamiento, si es la primera vez que está con otros niños, puede que tenga que aprender a comportarse poco a poco. Es un proceso de adaptación que a un niño le puede costar meses.



Yo opino que Elena es una niña normal, y a priori, sus padres no tienen porqué preocuparse. Ni su educador tampoco. Cuando los médicos le realicen las pruebas pertinentes, ya sabrán si Elena sufre o no algún tipo de déficit y les podrán asesorar mejor. Mientras tanto, el educador puede intentar hablar a la niña más despacio, o más de cerca.

Si se diera el caso de que Elena tuviera una discapacidad, Miguel tendría que ternerlo en cuenta en el aula, pero sin cambiarla de clase, atendiéndola por igual que a los demás.Y su familia, en primer lugar aceptar la discapacidad, y después ayudando a la niña en todo lo necesario, sin dejar de parte la afectividad.

En conclusión, si llega el día en que ven que Elena tiene algún tipo de déficit, ya harán lo pertinente, tanto a nivel de escuela como en casa. Hoy en día, con todos los apoyos que hay, Elena y cualquier niño con deficiencia puede aprender y disfrutar de la vida como los demás..

miércoles, 23 de enero de 2013

Elena

Este caso nos plantea el problema que tiene Elena, una niña de 15 meses que se ha incorporado hace poco a escuela infantil, y tiene algunas dificultades para hablar. También parece tener cierto desdén por las normas y dificulta la continuidad de la clase.

En primer lugar, Miguel dice a los padres que quizás Elena tenga un problema auditivo. Está bien que se lo plantee, pero debería tranquilizarlos. Que hagan las pruebas pertinentes a la niña, y mientras tanto, que intenten ayudar a la niña gesticulando más, mirándola de frente cuando hablen con ella, o incluso vocalizando más.

Puede que no sea nada, y a la niña, por las causas que sea, le está costando más comenzar a hablar. O bien su abuela no le da los estímulos que la niña necesita para comenzar a hablar. Y respecto al comportamiento, si es la primera vez que está con otros niños, puede que tenga que aprender a comportarse poco a poco. Es un proceso de adaptación que a un niño le puede costar meses.

 

Yo opino que Elena es una niña normal, y a priori, sus padres no tienen porqué preocuparse. Ni su educador tampoco. Cuando los médicos le realicen las pruebas pertinentes, ya sabrán si Elena sufre o no algún tipo de déficit y les podrán asesorar mejor. Mientras tanto, el educador puede intentar hablar a la niña más despacio, o más de cerca.

En conclusión, si llega el día en que ven que Elena tiene algún tipo de déficit, ya harán lo pertinente, tanto a nivel de escuela como en casa. Como puede ser estimular sus otros sentidos, estimular la audición etc.