Juan tiene 18
meses y entró este año a la escuela infantil. Pero como el niño aun no
camina, su maestra Ana está preocupada. Los demás niños de la clase ya
dan sus pasos y son más autónomos que Juan.
Aprender
a andar es un gran logro que supone para los niños un gran esfuerzo
físico y psicológico. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma
suele ocurrir a los 12 meses, aunque aun requieren ayuda. Y se
considera normal hasta los 15 o 18 meses.
La
edad a la que los bebés dan sus primeros meses varía de un niño a otro
por diversas causas. Unos intentan ponerse de pie a los siete o nueve
meses, otros puede que no lo hagan por falta de confianza, o de
motivación, y otros, tardan mucho porqué gatear les resulta más cómodo y
se lo toman con mucha calma.
Ana
siempre puede prevenir a los padres y pueden consultar con el pediatra
por si se trata de un problema motor, si se quedan más tranquilos. Pero
primero tendría que preguntar a los padres de Juan si le ofrecen el
apoyo que necesita para aprender a andar. Pues, si no ayudan a Juan a
desarrollarse para adquirir su nueva habilidad, no podrá adquirirla por
él solo.
Los
padres pueden estimular al niño, por ejemplo, poniendo objetos que le
gustan fuera de su alcance para que intente levantarse, ofrecerle la
mano o ambas manos, enseñarle a empujar un carrito, etc.
En el caso de que el niño no tenga ningún problema motor, entre Ana y un especialista podrían preparar una serie de actividades para motivar al niño y ayudarle en la tarea de empezar a andar..
Es
imposible saber la causa exacta por la que un bebé tarda más o menos en
dar sus primeros pasos, cada uno tiene su ritmo de desarrollo. En
ocasiones, una caída o un golpe fuerte en los primeros intentos pueden
crearle inseguridad y miedo, motivando su retraso. De modo que, en mi
opinión, no tienen que preocuparse por si es un retraso motor, más bien
deben ocuparse de que Juan esté estimulado para empezar a andar.
Noelia Prades Nebot
Módulo de Desarrollo Cognitivo y Motor
jueves, 21 de febrero de 2013
miércoles, 13 de febrero de 2013
El caso de Juan
Juan tiene 18 meses y entró este año a la escuela infantil. Pero como el niño aun no camina, su maestra Ana está preocupada. Los demás niños de la clase ya dan sus pasos y son más autónomos que Juan.
Aprender a andar es un gran logro que supone para los niños un gran esfuerzo físico y psicológico. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma suele ocurrir a los 12 meses, aunque aun requieren ayuda. Y se considera normal hasta los 15 o 18 meses.
La edad a la que los bebés dan sus primeros meses varía de un niño a otro por diversas causas. Unos intentan ponerse de pie a los siete o nueve meses, otros puede que no lo hagan por falta de confianza, o de motivación, y otros, tardan mucho porqué gatear les resulta más cómodo y se lo toman con mucha calma.
Ana siempre puede prevenir a los padres y pueden consultar con el pediatra por si se trata de un problema motor, si se quedan más tranquilos. Pero primero tendría que preguntar a los padres de Juan si le ofrecen el apoyo que necesita para aprender a andar. Pues, si no ayudan a Juan a desarrollarse para adquirir su nueva habilidad, no podrá adquirirla por él solo.
Los padres pueden estimular al niño, por ejemplo, poniendo objetos que le gustan fuera de su alcance para que intente levantarse, ofrecerle la mano o ambas manos, enseñarle a empujar un carrito, etc.
Es imposible saber la causa exacta por la que un bebé tarda más o menos en dar sus primeros pasos, cada uno tiene su ritmo de desarrollo. En ocasiones, una caída o un golpe fuerte en los primeros intentos pueden crearle inseguridad y miedo, motivando su retraso. De modo que, en mi opinión, no tienen que preocuparse por si es un retraso motor, más bien deben ocuparse de que Juan esté estimulado para empezar a andar.
Aprender a andar es un gran logro que supone para los niños un gran esfuerzo físico y psicológico. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma suele ocurrir a los 12 meses, aunque aun requieren ayuda. Y se considera normal hasta los 15 o 18 meses.
La edad a la que los bebés dan sus primeros meses varía de un niño a otro por diversas causas. Unos intentan ponerse de pie a los siete o nueve meses, otros puede que no lo hagan por falta de confianza, o de motivación, y otros, tardan mucho porqué gatear les resulta más cómodo y se lo toman con mucha calma.
Ana siempre puede prevenir a los padres y pueden consultar con el pediatra por si se trata de un problema motor, si se quedan más tranquilos. Pero primero tendría que preguntar a los padres de Juan si le ofrecen el apoyo que necesita para aprender a andar. Pues, si no ayudan a Juan a desarrollarse para adquirir su nueva habilidad, no podrá adquirirla por él solo.
Los padres pueden estimular al niño, por ejemplo, poniendo objetos que le gustan fuera de su alcance para que intente levantarse, ofrecerle la mano o ambas manos, enseñarle a empujar un carrito, etc.
Es imposible saber la causa exacta por la que un bebé tarda más o menos en dar sus primeros pasos, cada uno tiene su ritmo de desarrollo. En ocasiones, una caída o un golpe fuerte en los primeros intentos pueden crearle inseguridad y miedo, motivando su retraso. De modo que, en mi opinión, no tienen que preocuparse por si es un retraso motor, más bien deben ocuparse de que Juan esté estimulado para empezar a andar.
miércoles, 30 de enero de 2013
Elena 2
Este caso nos plantea el problema que tiene
Elena, una niña de 15 meses que se ha incorporado hace poco a escuela
infantil, y tiene algunas dificultades para hablar. También parece tener
cierto desdén por las normas y dificulta la continuidad de la clase.
En primer lugar, Miguel dice sin más preámbulos a los padres de Elena que quizás su hija tenga un problema auditivo. Entendemos por déficit auditivo la perdida total o parcial de la capacidad de escuchar en uno o los dos oídos. Está bien que Miguel se lo plantee, pero debería tranquilizar a los padres y instarles para que hagan las pruebas pertinentes a la niña, y mientras tanto, que intenten ayudar a la niña gesticulando más, mirándola de frente cuando hablen con ella, incluso vocalizando más y repitiendo las cosas las veces que sena necesarias..
Puede que no sea nada, y a la niña, por las causas que sea, le está costando más comenzar a hablar. O bien su abuela no le da los estímulos que la niña necesita para comenzar a hablar. Y respecto al comportamiento, si es la primera vez que está con otros niños, puede que tenga que aprender a comportarse poco a poco. Es un proceso de adaptación que a un niño le puede costar meses.
Yo opino que Elena es una niña normal, y a priori, sus padres no tienen porqué preocuparse. Ni su educador tampoco. Cuando los médicos le realicen las pruebas pertinentes, ya sabrán si Elena sufre o no algún tipo de déficit y les podrán asesorar mejor. Mientras tanto, el educador puede intentar hablar a la niña más despacio, o más de cerca.
Si se diera el caso de que Elena tuviera una discapacidad, Miguel tendría que ternerlo en cuenta en el aula, pero sin cambiarla de clase, atendiéndola por igual que a los demás.Y su familia, en primer lugar aceptar la discapacidad, y después ayudando a la niña en todo lo necesario, sin dejar de parte la afectividad.
En conclusión, si llega el día en que ven que Elena tiene algún tipo de déficit, ya harán lo pertinente, tanto a nivel de escuela como en casa. Hoy en día, con todos los apoyos que hay, Elena y cualquier niño con deficiencia puede aprender y disfrutar de la vida como los demás..
En primer lugar, Miguel dice sin más preámbulos a los padres de Elena que quizás su hija tenga un problema auditivo. Entendemos por déficit auditivo la perdida total o parcial de la capacidad de escuchar en uno o los dos oídos. Está bien que Miguel se lo plantee, pero debería tranquilizar a los padres y instarles para que hagan las pruebas pertinentes a la niña, y mientras tanto, que intenten ayudar a la niña gesticulando más, mirándola de frente cuando hablen con ella, incluso vocalizando más y repitiendo las cosas las veces que sena necesarias..
Puede que no sea nada, y a la niña, por las causas que sea, le está costando más comenzar a hablar. O bien su abuela no le da los estímulos que la niña necesita para comenzar a hablar. Y respecto al comportamiento, si es la primera vez que está con otros niños, puede que tenga que aprender a comportarse poco a poco. Es un proceso de adaptación que a un niño le puede costar meses.
Yo opino que Elena es una niña normal, y a priori, sus padres no tienen porqué preocuparse. Ni su educador tampoco. Cuando los médicos le realicen las pruebas pertinentes, ya sabrán si Elena sufre o no algún tipo de déficit y les podrán asesorar mejor. Mientras tanto, el educador puede intentar hablar a la niña más despacio, o más de cerca.
Si se diera el caso de que Elena tuviera una discapacidad, Miguel tendría que ternerlo en cuenta en el aula, pero sin cambiarla de clase, atendiéndola por igual que a los demás.Y su familia, en primer lugar aceptar la discapacidad, y después ayudando a la niña en todo lo necesario, sin dejar de parte la afectividad.
En conclusión, si llega el día en que ven que Elena tiene algún tipo de déficit, ya harán lo pertinente, tanto a nivel de escuela como en casa. Hoy en día, con todos los apoyos que hay, Elena y cualquier niño con deficiencia puede aprender y disfrutar de la vida como los demás..
miércoles, 23 de enero de 2013
Elena
Este caso nos plantea el problema que tiene Elena, una niña de 15 meses que se ha incorporado hace poco a escuela infantil, y tiene algunas dificultades para hablar. También parece tener cierto desdén por las normas y dificulta la continuidad de la clase.
En primer lugar, Miguel dice a los padres que quizás Elena tenga un problema auditivo. Está bien que se lo plantee, pero debería tranquilizarlos. Que hagan las pruebas pertinentes a la niña, y mientras tanto, que intenten ayudar a la niña gesticulando más, mirándola de frente cuando hablen con ella, o incluso vocalizando más.
Puede que no sea nada, y a la niña, por las causas que sea, le está costando más comenzar a hablar. O bien su abuela no le da los estímulos que la niña necesita para comenzar a hablar. Y respecto al comportamiento, si es la primera vez que está con otros niños, puede que tenga que aprender a comportarse poco a poco. Es un proceso de adaptación que a un niño le puede costar meses.
Yo opino que Elena es una niña normal, y a priori, sus padres no tienen porqué preocuparse. Ni su educador tampoco. Cuando los médicos le realicen las pruebas pertinentes, ya sabrán si Elena sufre o no algún tipo de déficit y les podrán asesorar mejor. Mientras tanto, el educador puede intentar hablar a la niña más despacio, o más de cerca.
En conclusión, si llega el día en que ven que Elena tiene algún tipo de déficit, ya harán lo pertinente, tanto a nivel de escuela como en casa. Como puede ser estimular sus otros sentidos, estimular la audición etc.
En primer lugar, Miguel dice a los padres que quizás Elena tenga un problema auditivo. Está bien que se lo plantee, pero debería tranquilizarlos. Que hagan las pruebas pertinentes a la niña, y mientras tanto, que intenten ayudar a la niña gesticulando más, mirándola de frente cuando hablen con ella, o incluso vocalizando más.
Puede que no sea nada, y a la niña, por las causas que sea, le está costando más comenzar a hablar. O bien su abuela no le da los estímulos que la niña necesita para comenzar a hablar. Y respecto al comportamiento, si es la primera vez que está con otros niños, puede que tenga que aprender a comportarse poco a poco. Es un proceso de adaptación que a un niño le puede costar meses.
Yo opino que Elena es una niña normal, y a priori, sus padres no tienen porqué preocuparse. Ni su educador tampoco. Cuando los médicos le realicen las pruebas pertinentes, ya sabrán si Elena sufre o no algún tipo de déficit y les podrán asesorar mejor. Mientras tanto, el educador puede intentar hablar a la niña más despacio, o más de cerca.
En conclusión, si llega el día en que ven que Elena tiene algún tipo de déficit, ya harán lo pertinente, tanto a nivel de escuela como en casa. Como puede ser estimular sus otros sentidos, estimular la audición etc.
martes, 4 de diciembre de 2012
La sesión de Psicomotricidad 2
De acuerdo con el artículo, Sandra es la
especialista en Psicomotricidad y está montando una sesión donde quiere
prestar atención especialmente a Eric, ya que acaba de tener un hermano y
quiere saber como se siente con ello, observando el comportamiento del
niño en el aula de psicomotricidad.
En una sesión de psicomotricidad se puede saber mucho sobre los sentimientos de un niño, pues si no participa en los juegos o está irascible, pronto nos podemos dar cuenta de que le pasa algo. En las sesiones se pueden ver las reacciones, las emociones y el juego que desenvuelve el niño. No solamente sus avances físicos.
En mi opinión, la profesora debería realizar una observación más detallada de Eric en esa sesión, puesto que le preocupa el gran cambio que ha experimentado el niño. Lo ideal sería hacer una tabla con los aspectos en los que se va a fijar, tanto de comportamiento individual como colectivo. Tales como: si juega solo o con los demás, si comparte los objetos o no, si ha variado su comportamiento habitual respecto a otras sesiones anteriores, si intenta llamar la atención...
Pero no debería descuidar los demás alumnos. Simplemente, fijarse un poco más en algunos aspectos de Eric.
Es habitual que los niños que acaban de tener un hermano sientan celos, intenten llamar la atención o se separen del grupo y prefieran la soledad, que era su estado natural antes de la llegada de su hermano. Desde mi punto de vista, en el rato dedicado al juego simbólico es en donde más se debería fijar Sandra, ya que los niños tienden a representar sus problemas. Y podría aportar muñecos que simulen bebés, carritos, biberones... para ver como reaccionan los niños, y Eric en especial.
Piaget llega a la conclusión de que el juego simbólico es una forma de “pensar” del niño y de la niña. Es como si compensara la dificultad que le supone pensar sobre sus propias experiencias con la facilidad que muestra para representarlas.
Por mi parte, yo creo que en casa los padres tendrían que enseñar al niño que va a ser el hermano mayor, y darle tareas en casa para que se sienta parte de la familia, y no desplazado. Como pedirle opinión en la ropa del bebé o pedirle ayuda en tareas sencillas (como leer un cuento al bebé, cantarle o baile)
En conclusión, la maestra debe observar al niño sin dejar de prestar atención a los demás, aportando un material extra al rincón de juego simbólico y elaborando una tabla donde valoré los comportamientos y emociones un poco individualmente de Eric especialmente ese día. Siempre sin desatender a los demás.
En una sesión de psicomotricidad se puede saber mucho sobre los sentimientos de un niño, pues si no participa en los juegos o está irascible, pronto nos podemos dar cuenta de que le pasa algo. En las sesiones se pueden ver las reacciones, las emociones y el juego que desenvuelve el niño. No solamente sus avances físicos.
En mi opinión, la profesora debería realizar una observación más detallada de Eric en esa sesión, puesto que le preocupa el gran cambio que ha experimentado el niño. Lo ideal sería hacer una tabla con los aspectos en los que se va a fijar, tanto de comportamiento individual como colectivo. Tales como: si juega solo o con los demás, si comparte los objetos o no, si ha variado su comportamiento habitual respecto a otras sesiones anteriores, si intenta llamar la atención...
Pero no debería descuidar los demás alumnos. Simplemente, fijarse un poco más en algunos aspectos de Eric.
Es habitual que los niños que acaban de tener un hermano sientan celos, intenten llamar la atención o se separen del grupo y prefieran la soledad, que era su estado natural antes de la llegada de su hermano. Desde mi punto de vista, en el rato dedicado al juego simbólico es en donde más se debería fijar Sandra, ya que los niños tienden a representar sus problemas. Y podría aportar muñecos que simulen bebés, carritos, biberones... para ver como reaccionan los niños, y Eric en especial.
Piaget llega a la conclusión de que el juego simbólico es una forma de “pensar” del niño y de la niña. Es como si compensara la dificultad que le supone pensar sobre sus propias experiencias con la facilidad que muestra para representarlas.
Por mi parte, yo creo que en casa los padres tendrían que enseñar al niño que va a ser el hermano mayor, y darle tareas en casa para que se sienta parte de la familia, y no desplazado. Como pedirle opinión en la ropa del bebé o pedirle ayuda en tareas sencillas (como leer un cuento al bebé, cantarle o baile)
En conclusión, la maestra debe observar al niño sin dejar de prestar atención a los demás, aportando un material extra al rincón de juego simbólico y elaborando una tabla donde valoré los comportamientos y emociones un poco individualmente de Eric especialmente ese día. Siempre sin desatender a los demás.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
La sessió de psicomotricitat
De acuerdo con el artículo, Sandra es la especialista en Psicomotricidad y está montando una sesión donde quiere prestar atención especialmente a Eric, ya que acaba de tener un hermano y quiere saber como se siente con ello, observando el comportamiento del niño en el aula de psicomotricidad.
En una sesión de psicomotricidad se puede saber mucho sobre los sentimientos de un niño, pues si no participa en los juegos o está irascible, pronto nos podemos dar cuenta de que le pasa algo. En las sesiones se pueden ver las reacciones, las emociones y el juego que desenvuelve el niño. No solamente sus avances físicos.
En mi opinión, la profesora debería realizar una observación más detallada de Eric en esa sesión, puesto que le preocupa el gran cambio que ha experimentado el niño. Lo ideal sería hacer una tabla con los aspectos en los que se va a fijar, tanto de comportamiento individual como colectivo. Tales como: si juega solo o con los demás, si comparte los objetos o no, si ha variado su comportamiento habitual respecto a otras sesiones anteriores, si intenta llamar la atención...
Es habitual que los niños que acaban de tener un hermano sientan celos, intenten llamar la atención o se separen del grupo y prefieran la soledad, que era su estado natural antes de la llegada de su hermano. Desde mi punto de vista, en el rato dedicado al juego simbólico es en donde más se debería fijar Sandra, ya que los niños tienden a representar sus problemas. Y podría aportar muñecos que simulen bebés, carritos, biberones... para ver como reaccionan los niños, y Eric en especial.
Piaget llega a la conclusión de que el juego simbólico es una forma de “pensar” del niño y de la niña. Es como si compensara la dificultad que le supone pensar sobre sus propias experiencias con la facilidad que muestra para representarlas.
Por mi parte, yo creo que en casa los padres tendrían que enseñar al niño que va a ser el hermano mayor, y darle tareas en casa para que se sienta parte de la familia, y no desplazado. Como pedirle opinión en la ropa del bebé o pedirle ayuda en tareas sencillas (como leer un cuento al bebé, cantarle o baile)
En conclusión, la maestra debe observar al niño sin dejar de prestar atención a los demás, aportando un material extra al rincón de juego simbólico y elaborando una tabla donde valoré los comportamientos y emociones un poco individualmente de Eric especialmente ese día.
En una sesión de psicomotricidad se puede saber mucho sobre los sentimientos de un niño, pues si no participa en los juegos o está irascible, pronto nos podemos dar cuenta de que le pasa algo. En las sesiones se pueden ver las reacciones, las emociones y el juego que desenvuelve el niño. No solamente sus avances físicos.
En mi opinión, la profesora debería realizar una observación más detallada de Eric en esa sesión, puesto que le preocupa el gran cambio que ha experimentado el niño. Lo ideal sería hacer una tabla con los aspectos en los que se va a fijar, tanto de comportamiento individual como colectivo. Tales como: si juega solo o con los demás, si comparte los objetos o no, si ha variado su comportamiento habitual respecto a otras sesiones anteriores, si intenta llamar la atención...
Es habitual que los niños que acaban de tener un hermano sientan celos, intenten llamar la atención o se separen del grupo y prefieran la soledad, que era su estado natural antes de la llegada de su hermano. Desde mi punto de vista, en el rato dedicado al juego simbólico es en donde más se debería fijar Sandra, ya que los niños tienden a representar sus problemas. Y podría aportar muñecos que simulen bebés, carritos, biberones... para ver como reaccionan los niños, y Eric en especial.
Piaget llega a la conclusión de que el juego simbólico es una forma de “pensar” del niño y de la niña. Es como si compensara la dificultad que le supone pensar sobre sus propias experiencias con la facilidad que muestra para representarlas.
Por mi parte, yo creo que en casa los padres tendrían que enseñar al niño que va a ser el hermano mayor, y darle tareas en casa para que se sienta parte de la familia, y no desplazado. Como pedirle opinión en la ropa del bebé o pedirle ayuda en tareas sencillas (como leer un cuento al bebé, cantarle o baile)
En conclusión, la maestra debe observar al niño sin dejar de prestar atención a los demás, aportando un material extra al rincón de juego simbólico y elaborando una tabla donde valoré los comportamientos y emociones un poco individualmente de Eric especialmente ese día.
viernes, 2 de noviembre de 2012
El caso de Marta (corregido)
Tal y como nos muestra el artículo, Marta es
una niña del primer ciclo de la escuela infantil que aun no sabe
hablar pero acude muy contenta a clase y tiene buena relación son su profesora Laura. Su madre está preocupada porque
la niña no deja de abrir y desordenar todos los cajones de casa. Y por
mucho que la riña o castigue la niña no hace caso. La profesora dice que
es un caso normal.
En mi opinión, la niña debe tener menos de tres años, y puede que menos de dos, y su afición al desorden no es más que una forma de explorar su medio. A esa edad, es normal que no hable todavía. Por lo tanto, eso no es un hecho preocupante. Pero tampoco lo es que abra los cajones y saque todo lo que hay dentro, pues es debido a la necesidad de los niños en esa edad de exploran su medio.
Desde mi punto de vista, la niña acude contenta a clase porque es seguro que a esas edades en la escuela infantil se dediquen a ofrecerles nuevos objetos, de formas y colores nuevos para ella que la distraen y se divierte al explorarlos. Por eso a la niña le gusta tanto ir, porque aprende y explora su medio sin que la riñan o castiguen por ello.
Sería bueno que la madre le dejará libertad para explorar, vigilando para que la niña no se haga daño y teniendo la suficiente paciencia para guardar todo de nuevo cuando la niña acabe con su exploración.
La mejor idea sería que la madre no interviniera en las exploraciones a la niña, y cada vez que esta encontrara un objeto que le agradase o le resultase curioso, su madre podría decirle el nombre de ese objeto. De ese modo, la niña podría aprender una nueva palabra cada día. Y luego la niña la intentaría imitar hasta adquirirla.
También podría enseñarle a la niña que las cosas que se sacan se tienen que volver a ordenar, y puede que la niña lo hiciera alguna vez.
Pero para ello, Laura tendría que explicar a la madre de Marta que a esas edades, las exploraciones de los niños son de lo más normales. Solo hay que tener un poco de paciencia y verlo como lo que es, un aprendizaje más.
En conclusión, la respuesta de la maestra de Marta es normal pero escasa. Debería explicar a la madre el porqué de esa conducta, y animar a la madre a que participara en la exploración de su hija, ofreciéndole ese conocimiento que la niña no puede aprender sola, como sería el nombre de los objetos.
En mi opinión, la niña debe tener menos de tres años, y puede que menos de dos, y su afición al desorden no es más que una forma de explorar su medio. A esa edad, es normal que no hable todavía. Por lo tanto, eso no es un hecho preocupante. Pero tampoco lo es que abra los cajones y saque todo lo que hay dentro, pues es debido a la necesidad de los niños en esa edad de exploran su medio.
Desde mi punto de vista, la niña acude contenta a clase porque es seguro que a esas edades en la escuela infantil se dediquen a ofrecerles nuevos objetos, de formas y colores nuevos para ella que la distraen y se divierte al explorarlos. Por eso a la niña le gusta tanto ir, porque aprende y explora su medio sin que la riñan o castiguen por ello.
Sería bueno que la madre le dejará libertad para explorar, vigilando para que la niña no se haga daño y teniendo la suficiente paciencia para guardar todo de nuevo cuando la niña acabe con su exploración.
La mejor idea sería que la madre no interviniera en las exploraciones a la niña, y cada vez que esta encontrara un objeto que le agradase o le resultase curioso, su madre podría decirle el nombre de ese objeto. De ese modo, la niña podría aprender una nueva palabra cada día. Y luego la niña la intentaría imitar hasta adquirirla.
También podría enseñarle a la niña que las cosas que se sacan se tienen que volver a ordenar, y puede que la niña lo hiciera alguna vez.
Pero para ello, Laura tendría que explicar a la madre de Marta que a esas edades, las exploraciones de los niños son de lo más normales. Solo hay que tener un poco de paciencia y verlo como lo que es, un aprendizaje más.
En conclusión, la respuesta de la maestra de Marta es normal pero escasa. Debería explicar a la madre el porqué de esa conducta, y animar a la madre a que participara en la exploración de su hija, ofreciéndole ese conocimiento que la niña no puede aprender sola, como sería el nombre de los objetos.
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